1/1/2025 - 31/12/2028
La expansión de sistemas productivos caracterizados por pocos cultivos de alta productividad y homogeneidad genética, conjuntamente con la maximización de la producción y la rentabilidad, han logrado simplificar el manejo de los mismos a costa de concentrar mayores riesgos climáticos, económicos y biológicos. El vuelco de la agricultura hacia la siembra directa en la Argentina ha generado en los últimos años un incremento de la degradación física de los suelos, reduciendo la capacidad de acumular agua y la exploración de las raíces. Este proceso degradativo también ha afectado negativamente los intentos de restaurar los nutrientes extraídos de los suelos por las labores de fertilización con materiales sólidos, reduciendo la fertilidad general de los suelos y aumentando las contaminaciones en zonas no productivas. Asimismo, la incorporación de la siembra directa estuvo de la mano de la adopción generalizada del monocultivo de soja que, debido a los reducidos aportes de materia orgánica que deja en el suelo, no compensa la mineralización que se produce simultáneamente, asociando este cultivo a balances negativos de materia orgánica edáfica, perdida de nutrientes y bajo nivel de cobertura. Este sistema simplificado de producción, realizado de manera excesiva y poco consciente de los riesgos que conlleva, ha afectado significativamente y de forma negativa la fertilidad biológica de los suelos. Esto se debe en parte por el volumen de productos utilizados y por el mal manejo y las bajas eficiencias en la distribución de los mismos. En función de lo mencionado, se formula el proyecto para estudiar la relación entre la fertilidad física, la química y biológica de los suelos para comprender sus interrelaciones y ayudar a encontrar un sistema de manejo sustentable en el tiempo. Contar con datos fiables del movimiento de agua en suelos compactados y su relación con la perdida de fertilizantes y fitosanitarios o la uniformidad final de distribución de los mismos en el suelo, se vuelve un factor determinante para propiciar hacia un manejo sustentable, que mejore las propiedades de los suelos, aumente su estabilidad física, química y biológica y permita una producción sostenible. Asimismo, la mejora en la distribución de estos productos o la incorporación de productos naturales propenderían a una reducción en los daños generados por estas prácticas.