1/1/2018 - 31/12/2019
El ser humano pasa una parte considerable de su tiempo respirando el aire de espacios cerrados en los que, por medio de muy diversas fuentes, pueden generarse contaminantes que deterioren su calidad y constituyan un importante factor de riesgo para su salud. En los últimos años y en varias partes del mundo, esta realidad condujo a un incremento en el estudio de la salud ambiental del interior de las edificaciones. Si bien los potenciales contaminantes del aire ambiente pueden ser de distintos orígenes, motivo de nuestro interés serán los agentes biológicos, en particular, las bacterias y los hongos y una sorprendente variedad de metabolitos extracelulares denominados compuestos orgánicos volátiles (COVs) que ellos emiten. El aire atmosférico no tiene una microbiota autóctona pero representa un medio para la dispersión de muchos tipos de microorganismos (esporas, virus, bacterias y hongos). Estos tienen una considerable importancia biológica, económica y sanitaria Los microorganismos son transportados adheridos a partículas en suspensión (PM), las cuales pueden depositarse por contacto sobre la piel y las mucosas expuestas, causando su irritación, o ser inhaladas en cuyo caso el lugar del tracto respiratorio al que llegan depende del tamaño de la misma y por ello se clasifican según su diámetro aerodinámico más que según su contenido. Los factores que limitan la supervivencia de los microorganismos en el aire interior y en las distintas superficies son, como en cualquier otro hábitat, el pH, la disponibilidad de nutrientes, las corrientes de aire, la temperatura y humedad, entre otros. De todos ellos, el más determinante es la humedad y es de hecho la formación de microclimas con alta actividad de agua y elevada temperatura lo que posibilita que tanto hongos como bacterias se multipliquen en el interior de los edificios. Paradójicamente, estos microclimas son característicos de la mayoría de los establecimientos educativos y sanitarios (destinados a la atención y asistencia a enfermos generalmente inmunodeprimidos e inmunosuprimidos). Por lo tanto el conocimiento de la calidad microbiológica del aire al que se encuentran expuestos tanto los niños como los pacientes inmunodeprimidos e inmunosuprimidos de nuestra ciudad y región, es de vital importancia desde el punto de vista sanitario, ya que puede ser una herramienta útil en el diseño de estrategias que protejan la salud de estos dos grupos de riesgo involucrados.